Perdón es una palabra que abarca tantas cosas y que puede
tener un significado diferente para cada quien y lo que para mí tiene mayor
fuerza es que el Perdón existe debido a algo que hizo daño, es decir Perdón es
igual a Dolor y en algunos momentos podemos pensar que uno no existe sin el
otro y viceversa.
Es muy complejo hablar de este término
sin pensar en que todos y cada uno de nosotros hemos sido heridos de alguna
forma y podemos llegar a creer que el Perdón es una especie de liberación de un
recuerdo que puede herirnos cada vez que nos llega a nuestra mente y a nuestro
corazón.
Cuando tenemos algún tipo de rencor por
alguien que nos hirió pueden pasar dos cosas, nos duele profundamente lo que
sea que esa persona nos hizo y por otro lado ese rencor nos puede recordar
nuestra “supuesta incapacidad” de evitar lo que paso, como si pudiera existir
alguna fórmula mágica para hacernos inmunes a las heridas ocasionadas por otros
o como si el haber hecho algo o no podía cambiar el destino de las cosas. Esto
tiene doble juego: lo que sentimos por nuestro supuesto victimario y lo que
sentimos por nosotros mismos, comenzando así a rondar por nuestra alma y mente
términos iguales de duros como incapaz, tonto, débil, etc., y así entramos en
un juego infinito de autodestrucción. Una amiga me dijo una vez que el rencor
es igual a tomarse el veneno pretendiendo que muera el otro.
Y si ese que nos “hirió” es alguien que
se supone debe protegernos como los padres, los hermanos, las parejas, es
mucho más difícil entender que todos somos capaces de herir y de sentirnos
heridos. Es allí en donde debe comenzar la Aceptación, como un todo, comenzando
por entender una máxima de vida que Miguel Ruiz describe perfectamente en su
libro Los Cuatro Acuerdos, NADA ES REALMENTE PERSONAL. Cuando alguien nos hiere
también se hiere asimismo y cuando eso pasa la herida tiene más que ver con
el proceso del otro que con nuestra debilidad o incapacidad de defendernos o de
proveer el futuro.
Muchas veces nos alejamos de ese que nos hirió porque el orgullo nos hace pensar que desde lejos el rencor nos protege y no es así, cuando logramos aceptar y entender lo que paso en cualquiera de sus dimensiones, nos permitimos comprender que hay lazos familiares que nunca se rompen, ese siempre será tu hermano, tu mama, tu papa, etc., y esto no significa estar en convivencia con la persona, es solo permitirnos mirar al otro de frente y entender que todos somos seres imperfectos, reales y que si me alejo de ese que amo, el daño es igual para las dos partes. El orgullo es un compañero fiel del rencor y es una de las razones por las se rompen las relaciones, en algunos casos irremediablemente. hay un dicho que dice "Se selectivo con tus batallas, a veces tener paz es mejor que tener razón"
Muchas veces nos alejamos de ese que nos hirió porque el orgullo nos hace pensar que desde lejos el rencor nos protege y no es así, cuando logramos aceptar y entender lo que paso en cualquiera de sus dimensiones, nos permitimos comprender que hay lazos familiares que nunca se rompen, ese siempre será tu hermano, tu mama, tu papa, etc., y esto no significa estar en convivencia con la persona, es solo permitirnos mirar al otro de frente y entender que todos somos seres imperfectos, reales y que si me alejo de ese que amo, el daño es igual para las dos partes. El orgullo es un compañero fiel del rencor y es una de las razones por las se rompen las relaciones, en algunos casos irremediablemente. hay un dicho que dice "Se selectivo con tus batallas, a veces tener paz es mejor que tener razón"
La Aceptación nos permite ver al otro
como igual, entender que lo que hizo no fue personal y sobre todo meternos en
el corazón que lo que paso no podemos cambiarlo, pero si podemos cambiar la
forma en que construimos nuestro futuro desde la libertad absoluta de viajar
sin peso por la senda que cada uno se trace.
Un truco que aprendí hace mucho tiempo y
que al principio me pareció difícil y que poco a poco lo adapte como parte de
mi vida, Agradecer siempre. Desde el agradecimiento a lo que paso, como paso me
ha permitido avanzar aceptando y sobre todo permitiéndome ver que siempre por
muy duro el golpe hay algo que aprender y que cada “herida” es un proceso
personal, para mí es mentira que el tiempo lo cura todo, la Aceptación sí.
La invitación es a cambiar la palabra
Perdón por una más real ACEPTACIÓN. Como me enseño mi amigo Lucho Delgado: “Acepto lo que no puedo cambiar”.
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